18/9/09

Crónica del estreno de "Menú degustoacción" por Roberto Lisart. FRANCHACHELA, DEGUSTACIÓN Y ALCOHOLÍMETRO.

Hace semanas intuía que lo apropiado era acudir completamente beodo al estreno de DEGUSTOACCIÓN, en la XXª Mostra de MIM de Sueca, donde siempre acudimos gente de todas partes. El pánico contenido a que la benemérita institución me cazara en la rotonda de les palmeteres, al filo de la madrugada, camino del Mareny de Barraquetes, me hizo reprimirme y acudí, para terrible desgracia, completamente sobrio por recatos del alcoholímetro. Trescientos euros de multa y tres puntos son muchos euros y muchos puntos. Sin embargo, los suecanos estaban en su ciudad y acudieron andando hasta el Carrer Sequial, después de caer una tromba de agua que amenazaba la función al aire libre de la plaza del ayuntamiento, creo que más de uno bien cenado y provisto de carajillo acudieron con mejor predisposición que la mía, más proclive a mantener incólume el descuento de puntos del carnet de conducir. La sala de billares del Ateneo Sueco del Socorro, donde tienen cabida 6 representaciones de esta compañía en la Mostra, es un lugar algo lóbrego y enigmático, donde vapores modernistas condensan en forma de famoso mosaico la honda raigambre del insigne Bernat i Baldoví. Cuatro bellas camareras, -realmente espectaculares-, provistas con deslumbrantes corsés de Tracy y Roxi, nos instalaron a 69 víctimas del deber, en cuatro cenáculos dispuestos para asistir a este cabaret agroérotico, para degustar un menú de grandes manjares, servidos con imaginación y una pizca de picante.
El espectáculo presenta, en su plácido discurrir, bastantes virtudes, algunas edificantes rupturas de convención social, y varios hallazgos dramatúrgicos, que hacen de su visión asunto muy recomendable. Si yo fuera médico, -Dios nos asista-, lo recetaría en el ambulatorio en firme prescripción facultativa a mis pacientes. El público debería entrar ya con una, a lo sumo dos copas, y tomarse otra más en el local. Esta posología sin contraindicaciones ni efectos secundarios es, sobre todo, para los propios del lugar, no tanto para los extraños si es que deben conducir al regreso. Con todo hice un esfuerzo y superé los bloqueos mentales que me aquejan, y pude disfrutar de la función, gracias al trabajo de FRANCACHELA TEATRO, notable grupo de artistas que debería encontrar las salas adecuadas para girar este espectáculo alejados de los cotos de caza institucionales, vedados a propuestas novedosas y rupturistas. No olvidemos quien manda en la Generalitat Valenciana y en la mayoría de los ayuntamientos. No vayan a pensar que el espectáculo es de tesis política. No por Dios. El asunto es peor aún, hablan de sexo. Y eso no puede ser. Este erotismo agroalimentario entronca con la obra del suecano Josep Bernat i Baldoví, cuando se cumplen 200 años de su nacimiento, con el silencio administrativo autonómico como toda celebración de la efeméride. El espectáculo no está recomendado para menores de 14 años, pues ya saben ustedes que los niños a esa edad no hablan nunca de follar y por tanto deben de seguir así. Esto es un cabaret. Los varones, cuando asistimos compungidos, con cara de buenos chicos a un cabaret andamos enjugando nuestro azorado horizonte mental para decidir prestos cual de las artistas es la que mas nos gusta de todas, una experiencia turbadora, que queda luego a recaudo de efluvios nocturnos. No pude aclarar si mi favorita era Ángela Bermúdez, Lara Sanchis, Maribel Bravo, o Isabel Caballero. Las cuatro son maravillosas, y como soy un enfermo mental, francamente me acostaría con las cuatro. Pedro Aznar pone la música y un contrapunto cabañalero muy apañado. Abstenerse fachas y retrógrados. Salud y Republica.

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